
La escucha
La escucha analítica presta atención a todo lo que las personas quieren contar sobre su malestar, eso que les ha llevado a consulta, pero va más allá; escucha las historias – a menudo rígidamente fijadas- y también los lapsus, los sueños, lo que sorprende. Todo lo que aparece sin darnos cuenta cuando nos dejamos hablar. Se trata de un saber que se hace consciente y emerge poco a poco en el transcurso de las sesiones.
En cierta ocasión, una paciente de Sigmund Freud le dijo: «Deje de preguntarme de dónde procede esto o aquello y escuche lo que quiero decirle». Freud tuvo la lucidez de hacerle caso. Aprendió de aquella mujer que no es cuestión de preguntar todo el tiempo sobre el por qué de las cosas. ¡Había que escuchar!
Una escucha que no juzga ni prescribe hace que sea más fácil ponerle palabras a eso que nos hace sufrir y que, a menudo, nos cuesta contar a las personas más cercanas. Por no preocuparles, porque nos sentimos incomprendidos, por falta de confianza, etc.
Ser escuchado permite poder escucharse.