La escucha
ATENCIÓN
La escucha analítica pone atención a todo lo que se dice, pero va más allá de la recogida de datos y anécdotas del paciente. Presta especial atención a su forma de vivir, de entender el mundo y a sí mismo. Las historias contadas están llenas de personajes, diálogos y escenarios que van más allá de la conciencia, operan desde el inconsciente y pueden ser descubiertos mediante los lapsus, los sueños y el discurso diario. Todo lo que aparece sin darnos cuenta cuando nos dejamos hablar. Lo que sorprende.
SILENCIO ACTIVO
Para escuchar de esta especial manera, es necesario guardar silencio, acallar prejuicios, opiniones y deseos, para poder escuchar lo que el paciente dice con la palabra y con el cuerpo. Sus silencios, su voz, sus síntomas, son textos que se pueden leer con una escucha atenta liberada (en lo posible) de prejuicios.
SIN JUICIOS
Una escucha que no juzga ni prescribe hace que sea más fácil ponerle palabras a eso que causa sufrimiento y que, a menudo, cuesta contar a las personas más cercanas. Por no preocuparles, porque nos sentimos incomprendidos o por falta de confianza.
Ser escuchado permite poder escucharse.
En cierta ocasión, una paciente de Sigmund Freud le dijo:

"¡Deje de preguntarme de dónde procede esto o aquello y escuche lo que quiero decirle!"
Freud tuvo la lucidez de hacerle caso. Aprendió de aquella mujer que no es cuestión de preguntar todo el tiempo sobre el por qué de las cosas. ¡Había que escuchar!